La Música en Roma

La Música en Roma

TEMA 2/  MUSICA Y MUSICAS

LA MÚSICA EN ROMA: INFLUENCIA DE LOS ROMANOS EN EL DESARROLLO DEL SISTEMA MUSICAL OCCIDENTAL

Roma, punto de partida del Imperio Romano, fue fundada en 753 a.C., a unos treinta kilómetros de la desembocadura del río Tíber en el mar Tirreno, en un lugar protegido por Siete Colinas fáciles de defender. Según la leyenda tradicional desmentida por la historiografía moderna, luego de derrotar y darle muerte a su hermano gemelo de nombre Remo; Rómulo, descendiente del príncipe troyano Eneas y junto a su hermano, fundador de la ciudad de Roma, fue proclamado Primer Rey.

A Rómulo, se ha dicho que le sucedieron los llamados siete Reyes[1]:

  1. Numa Pompilio (714 a 671 a.C)
  2. Tulo Hostilio (670 a 630 a.C),
  3. Anco Marcio (640 a 616 a.C),
  4. Tarquino Prisco (Primer Rey etrusco, 616 a 579 a.C)
  5. Servio Tulio (578 a 535 a.C)
  6. Tarquino El Soberbio (último considerado rey, desde 534 a 509 a.C)
  7. Tarquino Sexto (hijo de El Soberbio 509 a 510 a.C)

Durante el reinado del sexto rey, Servio Tulio (578 a 535 a.C), fueron instituidas las Legiones y formalmente, los Grupos de Músicos para las Milicias Romanas o Bandas militares, integrados por instrumentos de viento y percusión con funciones específicas para las ceremonias y el combate. Se establecieron así, los Cornicem, tocadores del Cornu y los Tubicem, tocadores de la Tuba. Posteriormente, hacia el año 400 a.C., estos grupos militares y ceremoniales romanos estarán integrados por flautas, cornos y trompetas de muy variadas formas y tamaños e instrumentos peculiares como la Siringa o Syrinx y el Lituo, Lituus o trompeta curva, algunos de ellos, usados en la antigua Grecia. A Servio Tulio le sucedió Tarquino El Soberbio (534 a 509 a.C.). Estos tres últimos reyes representaron el dominio etrusco en Roma. Siguió el fugaz reinado de Tarquino Sexto (hijo de El Soberbio, 509 a 510 a.C), quien fue acusado de haber ultrajado a la aristocrática dama Lucrecia, lo cual, sumado a su arbitrariedad y despotismo en el ejercicio del gobierno, produjo la revuelta encabezada por el cónsul romano Lucio Junio Bruto junto a Tarquino Colatino; la consecuente caída de la monarquía y finalmente, el establecimiento de la vieja República, la cual es proclamada en el 510 a.C. y durará hasta el ascenso de Octavio (31 a.C.), como Primer Emperador. Hacia el 493 a.C, los romanos establecen la alianza con la Liga Latina y adquieren la supremacía en Italia. En el 396 a.C, conquistan la ciudad etrusca de Veies (Veio); pero en el 380 a.C, los Galos (bárbaros) al mando de Breno, toman y saquean Roma (¡Væ victis!). Sin embargo, muy pronto Roma se recupera, para luego desarrollarse y consolidarse como poder militar[2].

Por otra parte, debemos recordar que en el 332 a.C., Alejandro Magno, quien había sido educado por Aristóteles y fue Rey de Macedonia desde el 336 a.C. hasta el 323 a.C. y Generalísimo de los helenos; luego de tomar pacíficamente a Jerusalén, la había convertido en Provincia Griega. Más tarde, en 301 a.C., pasa a los Ptolomeos o reyes de estirpe macedónica y posteriormente, en 200 a.C., a los Griegos Seléucidas o dinastía de Seleuko Nikator, lugarteniente de Alejandro, para convertirse luego en un Estado Judío a raíz de la Rebelión de los Macabeos frente a Antíoco IV (167 a.C.), rey seléuco que había profanado el Templo de Jerusalén construyendo un Altar para Zeus e intentado helenizar la ciudad (Hanukká).

Con la muerte de Alejandro Magno, su Imperio se descompone y pronto Grecia queda convertida en una provincia de Roma.

Ya hacia el 270 a.C., los romanos dominaban todo el sur de Italia y aumentaron su dominio en Grecia. En el 146 a.C., Roma, derrotó y destruyó a Cartago y terminó apoderándose y dominando las mejores tierras de cultivo, las minas de Hispania (del idioma púnico: i-sephan-in o “costa de los conejos”), Macedonia y el importante tráfico comercial del Mare Nostrum (Mediterráneo). Además, los generales y cónsules Cayo Mario (c.157 a.C.- 86 a.C.) y Lucio Cornelio Sila (138 a.C- 78 a.C.), este último contando con su lugarteniente Cneo Pompeyo Magno (106 a.C.-48 a.C.), lograron extender el dominio de Roma hacia el Mediterráneo oriental y apoderarse también de Jerusalén  (63 a.C) y Siria.

Como hemos visto, Roma ya traía en sus orígenes, elementos importantes de las culturas y tradiciones Sabinas, Etruscas (Etruria, región comprendida entre el Tíber, los Apeninos, el mar Tirreno y el río Magra)  y Latinas (Lacio, región ubicada entre la Toscana y el norte de la Campania), más sus aportes al desarrollo de la música no constituyeron verdaderas revoluciones ya que los romanos se limitaron pragmáticamente, a adoptar y actualizar a sus necesidades y costumbres, las tradiciones musicales de la Grecia clásica. Roma recibió además, influencias sirio-egipcio-alejandrinas y obviamente, las músicas, usos e instrumentos de estos y otros pueblos que habían sido dominados por el vasto Imperio Romano. A su vez, la cultura romana aportó y dejó una huella imperecedera a través del derecho romano, la organización jurídica de la sociedad, el arte que habían heredado de Grecia y su arquitectura que mantiene vigencia.

Los romanos proyectaron la música hacia finalidades épicas, guerreras y rituales; así como también, hacia el disfrute y la diversión, ya que es bien conocido que con los romanos la estética del arte y de su música estaba dirigida hacia lo sensual y pragmático y en tal sentido, dedicaron grandes esfuerzos para lograr que sus manifestaciones artísticas deslumbraran y se caracterizaran por su tamaño, magnificencia y esplendor. Su finalidad era la exaltación del goce de los sentidos y de la vida. Como acertadamente afirma Helen L. Kaufmann en su obra History of Music: …Roman music, like the rest of their culture, as comparate with the Greek was a vulgar commodity, a sensual art…

La visión hedonística[3] del arte que tenían los romanos, nos explica el por qué, todas las costumbres y danzas exóticas de los pueblos orientales conquistados por Roma, causaron en ellos gran conmoción y atractivo.

También, los Ioculatores y acróbatas romanos ya desde los Alpes, venían divirtiendo a los germanos con sus Iocus o juegos acrobáticos y musicales; actuaban en las calles de las urbes acompañados por músicos que tocaban Tibias (Aulos griego), panderos y otros instrumentos. Estos Ioculatores eran presentados también, en las Villas de los romanos ricos y poderosos y además, divertían a las tropas y legiones romanas en sus campamentos.

Los romanos desarrollaron y dieron vistosidad a múltiples actos, ceremonias, usos, costumbres militares y rituales en los cuales, se hizo frecuente la utilización de diversos instrumentos musicales de viento de gran sonoridad, algunos de ellos fabricados de metales, tales como la Bucina, el Tympanum, el Scabillum, la Cymbala, la Crótala, además de la Tuba, el Cornu, la Syrinx, el Lituus y otros más. Desarrollaron también, el uso de la Tibia, llamado Aulos por los griegos.

El historiador nacido en Antioquia, Ammiano Marcelino (¿340-400), nos ofrece en su Historia que pretende continuar la obra los Anales de Cornelio Tácito (¿55-120?), una importante documentación acerca del uso, por parte de los romanos, de: …grandes Liras que debían transportarse en carros debido a su enorme tamaño… Pero los romanos, como señala el musicólogo Paul Henry Láng, no sólo aumentaron el tamaño de sus instrumentos para obtener mayor intensidad o volumen, sino que: …reunieron gran número de ejecutantes hasta formar conjuntos de músicos verdaderamente impresionantes…, tradición que ya existía en Egipto, tal como lo señalaba Ptolomeo Filadelfo (m. 340 a.C).

Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.), en su De Oratoria III, 98, comenta las habilidades musicales de expertos capaces de identificar una composición luego de escuchar las primeras notas de la flauta; así como las del público romano en su labor de ejercer estricta crítica de las dotes y cualidades de los artistas.

Marco Terencio Varrón (116-26 a.C.), célebre autor del libro De Música, séptimo volumen de su obra Disciplinarum Libri; destaca la importancia que la música tiene, como una de las principales disciplinas de la educación romana.

La esclavitud, institución mantenida por los romanos, les permitió adiestrar músicos y cantores en grandes cantidades. Lucio Cornelio Sila (138 a.C – 78 a.C.) tuvo entre sus servidores al rico liberto Crisógono, el cual contaba entre sus propios esclavos a un gran número de instrumentistas y cantantes que se encargaban diariamente, de mantener un permanente ambiente musical en su residencia.

Los Virtuosos de la Música disfrutaban de consideración y respeto en todo el Imperio. Estudiaban bajo la tutela de memorables maestros; debían llevar una vida metódica y sana; realizaban giras de conciertos por el Imperio y recibían pagos importantes. Hacia el 110 a.C., las crónicas nos dan noticias de que numerosas familias patricias continuaron la práctica que se había iniciado con los famosos Gracos: Tiberio y Cayo Sempronio, de enviar a sus hijos a las Escuelas de Música y de Danza.

También las mujeres romanas[4], tanto aristócratas como cortesanas, fueron entrenadas y practicaron el arte de la música como cantantes e instrumentistas, especialmente, de la cítara.

Cayo Clínio Mecenas (69-8 a.C.) natural de Arezzo; diplomático y escritor romano de antiguo linaje etrusco; amigo, consejero del primer emperador romano Cayo Julio Octavio Augusto (63 a.C-14) y protector de Horacio, Vario, Propercio y Virgilio, entre otros; refiere, que pudo curar su enfermedad de frecuente insomnio:…escuchando música suave ejecutada por instrumentistas colocados a distancia…, de allí su especial cuidado en proteger a artistas y músicos (Mecenazgo).

La ya citada investigadora y musicóloga norteamericana Helen L. Kaufmann, resume de manera curiosa y pintoresca, sus opiniones en este sentido, con la comparación original y descriptiva que citamos a continuación: …Banquets, religious festivals, and the famous Roman games featured musical programs on a Hollywood scale…

En refuerzo de tal afirmación y al mismo respecto, el célebre filósofo hispano latino Lucio Anneo Séneca (4 a.C-65 d.C) en su obra Epistolæ 84,10, nos ofrece importantes datos acerca del gran número de cantores que se congregaban para actuar juntos y los cuales eran acompañados por multitud de instrumentos de viento esparcidos entre el auditorio, mientras que los Aulos e Hydraulus (órganos) de todas clases y tamaños, desde los portátiles hasta los grandes, se colocaban en el escenario principal.

Desde el 63 a.C., tras la conquista de Jerusalén por Pompeyo Magno (106-48 a.C.), quien se apoderó de la ciudad, aprovechándose para ello de la lucha intestina por el poder entre los dos hermanos Aristóbulo II (rey de 67-63 a.C.) e Hircano II (rey de 63-40 a.C.), hijos de Alejandro Yanneo (Janeo), quien había sido rey hasta el 76 a.C., habiendo recuperado casi la extensión original de la Tierra Prometida. Jerusalén entonces, pasó a ser la Provincia Romana de Judea convertida en reino.

En Roma, el sobrino nieto y heredero de Julio César, Cayo Julio César Octavio Augusto (emperador de 31 a.C., a 14 d.C.), llamado simplemente Octavio; consolidó su poder a partir del 2 de septiembre del 31 a.C., al vencer en la Batalla Naval de Actium, cerca de la isla de Levkas, a las tropas de Marco Antonio y Cleopatra VII; además, mediante la acumulación de Magistraturas: Imperator, Consul, Tribunus, Princeps senatus et Pontifex Maximus, se convirtió en el Primer  Emperador Romano; comienza así, el período Imperial, terminan las guerras civiles y reina la Pax Romana. Es justamente este, el período en que nace en Belén de Judá, Yeshúa bar Yoséf conocido como Jesús o Jesucristo[5].

Entre otras de sus importantes realizaciones y actividades, Octavio reorganizó la administración de las Provincias Imperiales y las dividió en Regiones para mejorar la percepción del Impuesto y ordenó la realización del Censo[6] de población del Imperio. Designó como Primer Rey de los Judíos en el 37 a.C., a Herodes I El Grande (rey de 37-4 a.C.) quien había logrado recuperar la ciudad de Jerusalén del dominio de los asiáticos partos (habitantes de Partia, al noreste de lo que hoy es Irán). El rey Herodes además, en el 20 a.C., emprendió la restauración y ampliación del viejo Templo de Zorobabel, como tercero y nuevo Templo de Jerusalén. Fue sucedido por su hijo con Maltace, Herodes Antipas (rey de 4 a.C al 39 d.C.), Tetrarca de Perea y Galilea.[7]

Sabemos que, ya en tiempos de Octavio, el Aulos, instrumento que los romanos habían heredado de la cultura griega, aumentó sus dimensiones y llegó a ser un instrumento del tamaño similar al de las Tubas romanas. El emperador Octavio Augusto fue sucedido por Julio César Augusto Tiberio en Agosto del año 767 de la fundación de Roma (correspondiente al año 14 de la era Cristiana).

El temido emperador Cayo Julio César Germánico Calígula (emperador de 37-41 d.C., sucesor de Tiberio), quien se identificaba con dios; exacerbó el culto al carácter divino del emperador y mandó a colocar sus propias estatuas en todos los templos del culto, incluido el Templo de Jerusalén; por cierto y como señala Paul Henry Láng: …Calígula se deleitaba con la música de coros e instrumentos mientras su galera se mecía en las olas del golfo de Nápoles

El último emperador de la dinastía de los Julio César y sucesor de Claudio I fue NERÓNcuyo nombre completo era: Domicio Claudio César Augusto Germánico NERÓN-, emperador de 54-68 d.C, implantó desde el año 60 los Festivales Sagrados; en ellos, la música cumplía un importante papel. Gustaba Nerón, de exhibir sus propias cualidades de citarista, como lo hizo en una función que ofreció en Pompeya en el 65 d.C. Un año antes, en el 64 el emperador, algo afectado por la locura creciente, culpó a los cristianos del Incendio por él provocado en Julio de ese año, el cual destruyó parte de Roma. Recordemos que en la época circulaban horribles rumores acerca de los cristianos, como lo relata Minucio Félix[8]: …quienes (los cristianos) se reúnen en un festín, envuelven a un niño en harina, lo matan a golpes, lamen ávidamente su sangre y luego se lo comen…

Nerón, encontró así, una magnífica coartada y justificó, de esta manera, la Primera Persecución  del año 67 contra los seguidores del cristianismo.

Luego de la rebelión judía en el 66 d.C., el mismo emperador para pacificar la Provincia de Judea, envió tropas al mando de Vespasiano y de su hijo Tito Flavio Sabino Vespasiano, quien en el 70 d.C., tomó y destruyó Jerusalén y el nuevo Gran Templo construido por Herodes, cuyas obras apenas habían concluido cerca del 64 d.C. A pesar de estos hechos, los romanos solían por tradición, ser bastante tolerantes en materia religiosa. Aparentemente, hasta el siglo III, el culto imperial no fue obligatorio para los habitantes del imperio[9].

Marco Fabio Quintiliano (35-96 d.C.), célebre cultor de la retórica, redactor de los doce libros de la Instituto Oratoria y protegido del severo emperador Servio Sulpicio Gala (sucesor de Nerón; gobernó del 68 al 69 d.C.), aporta numerosas citas y datos acerca de las actuaciones de mimos, Ioculatores, tañedores de cítara, cantores, bailarines, tocadores de flauta con Phorbeia (suerte de fuelle o correaje de cintas, como los usados por los auletas en Grecia) y liras[10].

Y más tarde, el emperador Tito Flavio Sabino Domiciano (51-96 d.C.), estableció los Juegos Capitolinos, en los cuales al lado de los atletas y deportistas, se premió la actuación de instrumentistas, músicos, cantores y poetas destacados.

A partir de estas referencias de fechas y acontecimientos concretos, podemos ver cómo la música además de ser un arte, era considerada como un importante Espectáculo; esta razón, hizo que los músicos gozaran de condiciones y tratos muy especiales entre los romanos.

Resulta conveniente recalcar que el Hydraulus (Órgano)  –que tanto en Bizancio como en Roma era un instrumento de práctica esencialmente seglar y profana–, más tarde cambiará su carácter y significado, al ser introducido como símbolo triunfal en los ritos y liturgia de la nueva religión cristiana de Occidente, donde gracias a la acción de Carlomagno, se convertirá en el Instrumento Litúrgico Cristiano por excelencia a partir del siglo IX.

Con la caída del Imperio Romano de Occidente en el siglo V (476), finalizará la Historia Musical del Mundo Antiguo y allí mismo, surgirá la Música Medieval, Europea u Occidental…

y con ella, la conciencia de que las obras del nuevo arte de la música merecían perdurar; así, nacerá también, la necesidad de inventar y buscar su mejor escritura, es decir, la Notación Musical, como lo veremos más adelante.

Serán dos creaciones simultáneas y conjuntas: la de la obra musical y la de su representación.

Es pues, la llamada Civilización Occidental, con la fusión de elementos heredados de la tradición musical de las Sinagogas de Israel, transformadas en cantos rituales de las Iglesias cristianas de Oriente y Occidente la que, a través de un largo proceso histórico de aperturas progresivas e incorporación de nuevos elementos recibidos de la tradición religiosa, la academia y las costumbres populares; ha creado la Música como arte perdurable y universal, abierto a todas las manifestaciones, tradiciones, razas, pueblos y creencias religiosas; es precisamente ella, la creación característica del mundo y la civilización occidental.

Ningún otro pueblo conoció y desarrolló con tal profundidad la técnica de la armonía, ni otra civilización alguna creó obras musicales en su verdadero y estricto sentido: ni las milenarias y refinadas culturas como la China y otros pueblos del lejano oriente, ni las más cercanas basadas en la lógica y la realidad, como la Grecia clásica.

REFERENCIAS:

[1] Plutarco (46-125), en su Numa Pompilio, da cuenta de ello.

[2] Tito Livio (59 a.C-17 d.C.), V.48

[3] Doctrina de Epicuro (341-270 a.C.), quien enseñaba que el placer (hédoné) era el fin supremo de la vida. Esta visión griega no coincidía totalmente con el concepto romano; ya que para los griegos, el placer consistía en el cultivo del espíritu y práctica de las virtudes. Por su parte, los romanos entendían pragmáticamente el placer como disfrute y goces materiales de los sentidos.

[4] Es importante tener presente este párrafo para una mejor comprensión de nuestro capítulo referido a Sta. Cecilia, como patrona de la Música.

[5] Posiblemente, Jesús fue concebido hacia mediados de Marzo o Junio de 748 de la fundación de Roma, según el Calendario Juliano y nació hacia finales del mismo año o primeros meses del año siguiente o sea, según el Calendario Gregoriano, en nuestro año 6 o 7 a.C.

[6] La referencia del evangelista Lucas (Lc. 2, 2-3), señala el empadronamiento como anterior al ordenado por Cirino en el 6 o 7 d.C., mencionado por el historiador Josefo (Antig. XVIII 1) y por el doctor de la ley y rabino Gamaliel (¿?-52d.C) el maestro de Pablo (Act. 5, 37).

[7] Herodes Antipas: quien, entre otras cosas, juzgó a Jesucristo y le envió al procurador romano Poncio Pilatos (m. c.39 d.C., en Vienne, Francia); además ordenó la muerte de Juan El Bautista. Fue llamado Tetrarca de Perea -hoy territorio jordano- y Galilea.

[8] Marco Minucio Félix (150-270), Octavius, IX, 6.

[9] Cornelio Tácito (c.55-c.117). Annales, XV,44; Annalium ab excessu divi Augusti libri / Ammiano Marcelino (c.330-c.400), Historia.

[10] Marco Fabio Quintiliano (c.35-c.95), Institutio Oratoria, Musica ratio numerorum IX, IV, 139 y XI, 3, 22.

HISTORIA DE LA MÚSICA (Curso 1)

 

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